Pasan los días, pasan las semanas; vuelve a ser Lunes, luego Domingo. Mis manos partidas de lo reseco están. Noticias que son verdaderas y falsas me rodean. La ansiedad carcome mi mente, mi cuerpo, mi alma. ¿Cual es la realidad? ¿Mi realidad? Y así, hay días buenos y días malos. Hay días en los que veo luz y otros donde me cuesta levantarme. El miedo se ha vuelto mi sombra. ¿Hasta cuando va a parar? En un día siento un sinnúmero de sentimientos: agradecimiento, tristeza, irá, esperanza… cuando la duda y el temor me invaden, ¿que es lo que me mantiene cuerda? Creo que la fe, el agradecimiento y la creatividad. La fe en que las cosas van a mejorar; también agradecer el privilegio de la vida, de tener a los seres que amo, algunos lejos de mí pero sin enfermedad; y la capacidad de crear y comenzar de nuevo. Porque al tocar fondo se renace de nuevo.

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Algo que me inquieta desde hace tiempo sobre la cuarentena ha sido el positivismo irreal el cuál se ha propagado por las redes sociales.

Ese escrito lo escribí en un momento de ansiedad. El cuál es bastante repetitivo últimamente. Las redes sociales nos invaden con que tenemos que estar siendo productivos, jugando, aprendiendo. Que si no salimos haciendo algo de esto, estamos mal. Puede que en parte el utilizar este tiempo para crear y crecer como personas es totalmente válido. Sin embargo; el sentirnos vulnerables también esta bien.

Quieran creer o no, esta situación es seria. Y es perfectamente aceptable que de vez en cuando el miedo nos invada. Lo importante aquí es que debemos ser más empáticos. Saber escuchar al otro y dejarlo ser. Apoyarse en lo que se pueda y no dejar que nadie caiga en una depresión mayor. No es fácil, y hay que tener paciencia. Pero si en verdad estamos juntos en esto esa es la realidad.

Debemos recordar que somos humanos…

– Liz